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Una muchacha con historias

En este intento por recuperar historias de nuestra ciudad, nos encontramos con Martha Dolores Demaria, quien nació y hasta el día de hoy sigue viviendo en barrio Lamadrid. La mujer nos cuenta que el lugar se transformó mucho, así como también las costumbres de las personas. Sus abuelos llegaron a Villa María y tenían una fábrica de fideos.

Martha nació en 1933, y creció jugando en los campitos que ocupaban

grandes espacios en calle San Luis. “No existía árbol ni tapia en los que

no nos hayamos trepado, todo esto estaba lleno de plantas jugábamos a

las escondidas hasta muy tarde en la noche”, comenta entre risas.

Y agrega que su diversión era buscar moras y uvitas de los árboles

y comerlas.

 

Nos cuenta que su papá sembraba y trabajaba la tierra del campito que estaba junto a su casa, además tenían gallinas y acostumbraban ir a pescar. Además, su “viejo” era secretario telegrafista del correo argentino, un amigo de allí era quien lo ayudaba a mantener y cuidar la huerta. Agregó: “Nos tomábamos el trensito Las Playas, así le decíamos, e íbamos a comprar verduras y comidas hasta aquel barrio”.

Sigue la charla y Martha nos comenta que asistió al colegio Nacional n° 296 y que era conocida en la escuela ya que alguna que otra vez se “escapaba” del lugar. “Me hacían renegar, entonces yo me disparaba y me volvía a mi casa; en una oportunidad pusieron a un chico en la puerta del colegio a cuidar para que no me vaya”, manifestó. Pero la mejor parte es que no lo lograban. “Yo cruzaba corriendo por el campito, llegaba a mi casa y me metía debajo de la cama de mi mamá. También me encontraba con otros amigos y nos quedábamos en el campito tocando la guitarra y cantando”, agrega mientras sigue recordando anécdotas pasadas.

En este sentido, agrega que siempre le gustó ir a la escuela. “Como éramos de distintos barrios, la escuela era el lugar donde nos encontrábamos todos”, indicó. Otra de las preferencias de Martha era tejer y bordar, hizo muchas prendas para distintos vecinos que le hacían encargos. “Íbamos temprano a los remates de las casas de telas, yo estaba primera en la fila y agarraba todo lo que podía para después poder coser”, sumó.

Las historias abundan y reúnen mucha información sobre la ciudad hace algunos años. Martha señaló al Club Sarmiento como un espacio que acompañó a su familia desde siempre. “Con mi marido nos conocimos en el baile del club, además él jugó y fue director técnico allí.  Además, había otros deportes, no sólo fútbol, e íbamos a ver todo”, mencionó. Precisó que su marido trabajaba en Casa Seppey, donde actualmente es Musicalísimo.

Ella amaba ir a los bailes. “No me perdía ninguno. Era la primera en llegar y la última en irme. La música era típica y característica”, explicó que la primera era por ejemplo el tango o vals y la segunda apuntaba a la música más movida. Además, recordó que tocaban músicos de la ciudad, y que los preparativos comenzaban durante la mañana, “nos gustaba cualquier música, la cosa era bailar”, resumió. “Una vez el club Sarmiento y el Central Argentino hicieron un gran baile en la plaza principal, había carrozas, jugábamos”, afirmó. En este sentido, señaló que los festejos de carnaval también eran un acontecimiento importante, contenta nos relata cómo se divertían y preparaban para disfrutar de esos días, donde se pasaban el tiempo jugando en las calles y compartiendo.

Martha, destacó que, donde hoy es la “placita Manuel Ocampo” se reunían después de los partidos del mundial, para festejar y encontrarse. Así mismo, el espacio era el punto de encuentro de todo tipo de eventos, como las juntadas políticas o las fiestas de la primavera. La mujer resaltó al río como un lugar clave de la ciudad. “Yo iba todos los días al río, íbamos caminando hasta allá”.

En cuanto a los medios de comunicación que ella recuerda como “tradicionales” en su casa, destacó a la radio. Nos contó que, por esos tiempos, existían las “difusoras” que se encontraban en la plaza. “Toda la gente se encontraba allí y escuchaban los informativos”, informó.

En este marco, comentó que existían 6 cines en Villa María, que fueron cerrando a medida que los medios de comunicación iban ganando terreno, pero que recuerda la tradición y lo que implicaba ir a ver una película. “Era una felicidad ir al cine, los feriados, los fines de semana, se esperaban esos días para ir, implicaba todo un ritual”, concluyó.

Compartimos con Martha una charla con mucha risa y también comentamos juntos sobre las formas “tradicionales” en que se iba sucediendo la vida hace bastante tiempo atrás y cómo son las cosas hoy.

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