El martes 4 de julio, el Centro de Educación Popular para la Infancia y la Adolescencia (CEPIA) organizó una charla que apuntó a los motivos para decir NO a la baja en la edad de punibilidad. La disertante fue la abogada y docente Claudia Cesaroni. Quien, además, es fundadora del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC); magister en criminología y miembro de la Red Argentina No Baja. La Ventolera tuvo la oportunidad de entrevistarla y conocer más sobre una problemática que es cuestión de todos.
¿Qué implica decir NO a la baja en la edad de punibilidad?
Estamos hablando de no bajar la edad a partir de la cual decidimos que un adolescente puede ser sometido a proceso penal, por alguna trasgresión a la ley penal que cometa y que se le pueda aplicar una pena. Por eso hablamos de punibilidad, que tiene que ver con punir, que es aplicar penas; hablamos de aplicar cuotas de dolor, un tiempo de dolor a una persona porque comete un delito.

GARANTIZAR DERECHOS



"... hablamos de punibilidad, que tiene que ver con punir, que es aplicar penas; hablamos de aplicar cuotas de dolor, un tiempo de dolor a una persona porque comete un delito"
"Las políticas neoliberales provocan muerte, daño. Son políticas criminales"
"Los adolescentes que están involucrados en hechos graves como un homicidio son muchos menos que los que creemos que son"
"Garantizar derechos más allá del resultado"
"Los adolescentes que están involucrados en hechos graves como un homicidio son muchos menos que los que creemos que son"
"La brutalidad y la mano dura es más fácil de entender, los argumentos son más difíciles. Entonces, el que mata tiene que morir, tiene que ir preso. Esta naturalizado, es un sentido común construido, que sea el castigo lo que resuelva"
Desde CEPOC y desde la Red Argentina NO baja, no queremos que chicos y chicas menores de 16 años -que es la edad que hoy establece el sistema penal vigente para adolescentes- pasen por procesos penales y se les pueda aplicar una pena. No estamos diciendo que si cometen un hecho transgresor no haya que hacer nada, lo que decimos es que eso que se haga con ellos, se haga por fuera del sistema penal. Esto implica que hay múltiples áreas del Estado o que no intervinieron antes -de que ese chico/a esté involucrado en situaciones riesgosas para él y para otras personas-, que no lo hicieron bien o que directamente no lo hicieron. Entonces deben empezar a cumplir esas funciones.
Entonces, ¿Qué debería hacer el Estado al respecto?
Garantizarle a ese chico/a todos los derechos que seguramente no está ejerciendo. No como premio porque cometió un delito, sino para restituir esos derechos que no se estaban cumpliendo. Esto es, por ejemplo, ir a la escuela, tener la suficiente protección, si su familia no puede acompañarlo para eso tiene que estar el Estado acompañando, buscar una familia extensa si su familia nuclear no le puede garantizar ese ejercicio de derechos. Trabajar con ese pibe/a para que pueda tener un proyecto de vida.
Recientemente en Villa María, Alan, un pibe de 17 años, sufrió abuso policial y violencia de otras personas. ¿Qué se puede hacer ante estos atropellos policiales que, además, son constantes?
Eso es violencia estatal, hay que registrarlo, denunciarlo, tipificarlo, porque hay múltiples expresiones de violencia estatal que nosotros aceptamos como si fueran naturales (maltrato policial, que te pidan documentos, que te demoren, que te insulten; distintas formas de restringir tu libertad) a todo eso hay que decirlo y mostrarlo.
Me parece que en estos temas hay algo central y es la batalla cultural. Nosotros tenemos que discutir en todos los ámbitos que podamos que estas acciones no son aceptables. Hay muchas personas que lo aceptan mientras que les pase a otros o que sólo reaccionan cuando le pasa a su hijo de clase media o al hijo de un político, ahí se dan cuenta del abuso policial. Hay que estar presentes, mostrarlo y denunciarlo.
¿Crees que existen distintos grados de criminalización relacionados a las clases sociales?
Un ministro de economía toma una decisión desde su escritorio con su lapicera de oro y te genera infinito más daño que el pibe que te robó un celular. Pero no lo podés ver, porque justamente está construida la mirada sobre el delito, para que estemos atentos al delito predatorio pequeño.
Con relación al contexto social actual: ¿De qué manera influyen las políticas neoliberales en esta cuestión?
Yo soy docente. Casi todo este cuatrimestre estuve trabajando con la carta de Rodolfo Walsh a la Junta militar. Recomiendo volver una y otra vez a esa carta. Walsh describe todo lo que la dictadura había hecho (muerte, secuestro, desaparición, tortura, horror), y agrega “pero más grave que todo esto, es la política económica que condena a la miseria planificada a millones de personas”. Entonces no es que todo lo anterior no es grave, lo que quiere decir es que se hace para poder aplicar una política económica. Por su puesto no estoy comparando con la dictadura en esos términos. Pero sí, las políticas neoliberales provocan muerte, daño. Son políticas criminales. Lo que sucede, insisto, es que no se ven los efectos criminógenos porque estamos formateados todo el tiempo para ver al pequeño predador, el que te roba el celular, o actualmente la construcción del enemigo en el narcotráfico (como antes el enemigo fue el “subversivo”). Entonces muchos recortes de derechos que vamos soportando y aceptando resultan en función de perseguir a un enemigo.
Esto que nos comentas, ¿Puede tener relación con el hecho de que siempre sean los mismos pibes a los que se persigue?
Bueno, ahí existe una cuestión de clase. La construcción del enemigo va variando. Cuando hablamos del llamado delito común, sí, son los pibes los que para la mayoría de nuestro pueblo son los que parecen peligrosos. Se construyen como peligrosos, en otra época era peligroso el que tiraba bombas, hoy la etiqueta del peligroso es “te mata por un celular”. Eso obvia el dato concreto que intento demostrar y es que, en realidad, los adolescentes que están involucrados en hechos graves como un homicidio son muchos menos que los que creemos que son.
¿Cuál debería ser entonces, la tarea de la sociedad?
Nosotros como adultos, el Estado, pero nosotros como adultos, tenemos que poder hacer una especie de análisis propio: ¿Estamos cumpliendo con las obligaciones que tenemos como adultos con los pibes y adolescentes? ¿Lo hacemos bien? ¿Estamos garantizando sus derechos? Pero no hay que hacer eso para que no delincan, hay que hacerlo porque es nuestra obligación hacerlo. Garantizar derechos más allá del resultado.
Para finalizar, ¿Qué incidencia tienen los medios de comunicación en esta problemática?
Me parece que los medios tienen una gran responsabilidad, sobretodo en no mentir, en tener un poco más de rigurosidad en la forma en que construyen la información que brindan; chequear las fuentes. Es algo básico. (…)
Para hablar de seguridad todos son expertos, entonces opinan como si conocieran y es un tema complejo. Son temas difíciles y que, además, la mayoría de personas con peso político le tiene miedo. Es difícil pararse por ejemplo en TV y decir NO a la baja, porque temen que eso les haga perder votos. La brutalidad y la mano dura es más fácil de entender, los argumentos son más difíciles. Entonces, el que mata tiene que morir, tiene que ir preso. Esta naturalizado, es un sentido común construido, que sea el castigo lo que resuelva. Desarmar eso es mucho más difícil.
¿Qué pasa con los términos que se utilizan en la redacción?
La terminología “el malviviente”, “ eldelincuente”, nos cuesta mucho explicar que una persona no tiene porqué ir presa si recién se le está imputando un delito, la cárcel supuestamente es para personas condenadas. Pero si los periodistas están todo el tiempo diciendo “robó y ya está en libertad”, entonces ¿Dónde está la prueba de que robó? ¿Cómo explicas eso? Entonces, tenés que advertir que sólo lo puede decir un juez, que la persona tiene derecho a juicio, a defenderse. Pero bueno, todo eso es más difícil que la reacción inmediata.