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Sonrisas sin fin

Salimos a caminar por La Calera y nos topamos con un lugar colorido, alegre y que “hace ruido” en el barrio. Nos topamos con Caritas Felices, un lugar en el que los niños participan de distintas y variadas actividades. Marisa Sánchez, quien empezó con esta loca idea nos comenta de qué se trata.

Marisa nos cuenta que, en junio de este año, se cumplen 5 años de este emprendimiento. “Todo empezó porque yo tenía un espacio que no estaba ocupando y un amigo me tiró la idea de arrancar con una copa de leche”. Más allá de que en un principio se presentaron inconvenientes que hicieron tambalear al proyecto, la esencia y las ganas de los vecinos triunfaron. 

Así, los sábados comenzaron a compartir la merienda, con los chicos que se iban sumando y con vecinos que decidieron unir fuerzas, buscando siempre llenar de sonrisas a los pibes. En ese momento aproximadamente 15 chicos se acercaban a tomar la leche y disfrutar de la tarde.

De a poco, desde abajo, con amor y paciencia, algún vecino llegaba con leche, otros con cacao, calentador y así el comedor Caritas Felices daba sus primeros pasos. Marisa nos comenta que, un día charlando con Luisa, una de las vecinas que también participa, deciden empezar a difundir por las redes sociales lo que venía sucediendo en barrio La Calera. “El Facebook desde el principio fue para nosotros una herramienta, como es hasta hoy, allí yo escribo tanto para comentar si necesitamos algún alimento como también para agradecer”, indicó la mujer. Agregó que les gusta compartir las fotos del espacio, que toda la gente pueda ver el destino que tienen los alimentos y las cosas que se pueden lograr al unir nuestras ganas.

“Al principio comíamos en el comedor los lunes, después empezamos lunes miércoles y viernes, luego de eso y hasta ahora, compartimos la cena de lunes a viernes”, señaló. ¿Cómo consiguen alimento para tantos niños? Para entender que esto realmente se fue “siendo y haciendo”, ésta es la demostración. El comedor sigue funcionando con los distintos aportes de los “colaboradores” (así nos cuenta Marisa), con los comentarios en Facebook cuando se requiere algún alimento, con las donaciones de todo aquel que por algún motivo decide sumarse a la comunidad del Caritas, y con las ganas y fuerzas de los vecinos que se prenden a cocinar, a limpiar, a ESTAR.

En este sentido, también nos contó que el mismo espacio físico donde funciona el comedor (que no es el mismo en donde armaron la copa de leche al comenzar); se fue “levantando” a pulmón, ellos mismos colocaron ladrillo por ladrillo para empezar con las paredes, luego recibieron donaciones, desde arena, hasta el techo, ventanas y puerta del lugar.

Hoy, lo que ayer fue una copa de leche, se transformó en un comedor, en talleres culturales. Se transformó en un espacio que cada día se apropia más de su nombre. Un espacio que llena de sonrisas a los pibes, que les demuestra que pueden ser lo que quieran ser. Que les reafirma su empoderamiento. Un espacio que piensa y construye teniendo en cuenta los derechos humanos para la infancia y la adolescencia. Hoy, el Caritas Felices son 90 pibes, y tantos vecinos más caminando a la par.

En cuanto a los talleres, hoy los pibes pueden disfrutar de espacios para construir desde la música, folclore, danza, huerta, apoyo escolar, inglés, rap, handball. “Los chicos quieren hacer, aman el comedor, este espacio”, nos cuenta la mujer y agrega “ellos saben que esto es de ellos”. “Nosotros somos muy felices, todo el grupo, todas las noches charlamos cuando terminamos de comer. Comentamos lo que pasó en el día, esto nos da vida a nosotros. Es un grupo muy lindo, nos contenemos, cada cosa que nos pasa intentamos ayudarnos entre nosotros”, valoró.

Marisa continuamente resalta que están completamente agradecidos a todos los que hacen posible que el Caritas Felices esté sonriendo. A todos los que aportan alimentos, ganas, materiales, conocimientos, en esta propuesta. Afirma que en cada rincón de Villa María hay alguien que, de forma fija, colabora para que el comedor pueda seguir abriendo sus puertas y abrazando a tantos pibes.

Además, charlamos sobre los eventos que realizan desde el comedor y entre risas, nos dice que este año tiene que ser un gran festejo, ya que cumplen 5 años “andando”. “Cortamos la calle, hay música, comida, son fiestas para el barrio”, resaltó. Por otra parte, estas iniciativas permiten generar un “fondo” de dinero, para cualquier arreglo o necesidad que tenga el espacio. “Ver felices a los chicos, no tiene precio” asegura Marisa.

La mujer señaló: “Ellos por su situación económica y por vivir en La Calera, muchas veces tienen que convivir en un contexto de discriminación”. “El amor por todos los niños, el compromiso es lo que nos mantiene. Acá los chicos siempre van a tener su lugar, no hay vacaciones para el Caritas Felices, siempre alguien va a estar acá”, precisó. Menciona que son los problemas del día a día de los niños, los que les dan las fortalezas para que esta movida siga creciendo.

“Esto para ellos es un lugar especial, acá nos defendemos, nos queremos entre nosotros. Acá la única política es la que hacemos nosotros, es esto que ven”, finalizó.

Nosotros le decimos gracias, al Caritas Felices, a las movidas gestionadas desde el amor y la cooperación. Ojalá que haya muchos Caritas Felices, ojalá que siga floreciendo la sonrisa en cada pibe. Ojalá que existan muchos espacios que demuestren que la organización, la unión de fuerzas y el empoderamiento, vencerán.

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